martes, 30 de junio de 2009

GOLPE DE ESTADO EN HONDURAS


GOLPE DE ESTADO EN HONDURAS
El Ejército depone y expulsa a Zelaya
Los militares irrumpieron a tiros de madrugada en la residencia presidencial
29.06.09 -
MARCELA VALENTE

Hondureños opuestos al golpe de Estado trantan de impedir el paso de un tanque. / REUTERS

El mandatario hondureño exige la restitución de sus poderes
La crisis política que se había desatado en Honduras a mitad de semana derivó ayer en un golpe militar que rememora acciones semejantes del siglo pasado. Justo cuando la rebelión castrense parecía neutralizada y el presidente Manuel Zelaya se aprestaba a llevar a cabo una polémica consulta popular, un grupo de uniformados con los rostros cubiertos irrumpió a balazos de madrugada -poco antes de que se abrieran las urnas- en la residencia del primer mandatario del país centroamericano.
Zelaya fue golpeado, le apuntaron a la cabeza y al pecho y le sacaron de la vivienda en pijama y zapatillas. Los militares trasladaron al presidente al aeropuerto internacional de la capital, le subieron a un avión y le trasladaron a Costa Rica desde donde el depuesto dirigente confirmó que había sido víctima de un «golpe de Estado» y pidió la inmediata restitución de sus poderes. «Me sacaron semidesnudo y a balazos», relató Zelaya desde San José. El gobernante contó que le despertaron los gritos de su guardia personal y el tiroteo dentro de la residencia presidencial. «Llegaron disparando. Me parapeté en una parte de la azotea, detrás de los aparatos de aire acondicionado. Luego me encañonaron y me amenazaron para que soltara el celular (teléfono móvil)», añadió.
Poco después se supo que todos los ministros de Zelaya fueron capturados en sus domicilios por militares con las caras cubiertas. La titular de Exteriores, Patricia Rodas, pudo contar a varios medios periodísticos antes de ser detenida que su domicilio estaba rodeado por algunos soldados. Su esposo declaró que fue golpeada y arrestada. También recibieron golpes, aunque no retenidos, los embajadores de Cuba, Nicaragua y Venezuela que habían acudido a solidarizarse con Rodas, según confirmó el representante del Gobierno de Caracas, Armando Laguna.
Miles de ciudadanos hondureños, que se aprestaban a participar en la consulta, se lanzaron a las calles en defensa del Gobierno entre tanquetas y carros blindados. «Queremos a 'Mel'», coreaban los manifestantes aludiendo al apodo del presidente. Las emisoras de radio y televisión interrumpieron las emisiones y no informaron sobre lo que sucedía en el país.
El arresto del presidente constituyó un golpe de Estado clásico como los que sufrieron Isabel Perón en Argentina en los setenta, secuestrada y detenida por los uniformados, o poco antes Salvador Allende en Chile, que fue además asesinado por los golpistas.
El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, condenó «severamente» lo que consideró como una «grave alteración del proceso democrático». Insulza, que en las primeras horas exigió a los militares que dieran a conocer el paradero del presidente, convocó a una reunión urgente al consejo permanente de la OEA, que ya había estado reunido el pasado viernes para analizar la situación hondureña y adoptar medidas para «defender la estabilidad democrática».
Los países latinoamericanos se fueron pronunciando uno a uno contra el golpe. El más enérgico fue el venezolano Hugo Chávez que calificó la acción militar de «troglodita». En el mismo sentido se declaró el boliviano Evo Morales, quien advirtió de que el golpe «sólo desprestigia a las Fuerzas Armadas» de Honduras.
Reto a la Justicia
Zelaya había desafiado a la Justicia y al poder legislativo con una consulta no vinculante para reformar la Constitución. A pesar de que la Corte Suprema, el Tribunal Electoral, el Ministerio Público y el Congreso la habían declarado ilegal, el presidente desoyó todas los llamamientos y siguió adelante con el referéndum que se iba a celebrar ayer.
Los hondureños debían decidir si aceptaban que en los comicios generales de noviembre -para elegir presidente, diputados y dirigentes locales- se designaran también delegados a una Asamblea Constituyente destinada a reformar la Carta Magna a partir de 2010. El objetivo de Zelaya era, según sus detractores, perpetuarse en el cargo. Pero el mandatario aseguraba que le guiaba su intención de pasar a un régimen de mayor participación popular.
La crisis sobrevino cuando el jefe del Estado Mayor, general Romeo Vásquez, se negó a colaborar con la logística de la consulta por considerar que se trataba de un hecho ilegal. Manuel Zelaya ordenó destituir a Vásquez, quien apeló la orden ante la justicia. Los tribunales resolvieron que el general debía permanecer en su puesto. Es decir que la crisis no quedó zanjada por completo como ayer se pudo comprobar.

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