domingo, 14 de junio de 2009

LA BOLETA ELECTORAL


LA OSADÍA DE ROMPER
LA BOLETA ELECTORAL

El abstencionismo y el voto nulo son ante todo un asunto de dignidad. Es el derecho a decir, no señor, así no. Es la negación a ser manipulados, burlados a nombre de algo que no existe: la democracia.
Mientras los zapatistas no van a las urnas, la izquierda partidista protesta mediante el voto nulo, pretendiendo que la clase política se enderece. A los zapatistas no les interesa reclamar ni decirle nada a esa clase de sinvergüenzas, no esperan nada de ella y no les importa quien se aproveche de su boleta: todos llegan al mismo molde. Están pensando y tratando de organizar otra forma de hacer política, una rebelión abajo y a la izquierda.
En cambio, la izquierda partidista guarda una esperanza en el actual sistema político, y de algún modo lo avala en las urnas aunque anule el voto. Manifiesta que no hay opciones dignas de ser elegidas, ni siquiera un “menos peor”, todos son iguales… Es decir, se encuentra a un paso de rechazar también el sistema. Sin embargo, rayar toda la boleta para anular el voto, o escribir consignas sociales, insultos, o proponer candidatos independientes, no tendrá mayor consecuencia: cuenta como participación, y además, en contra del abstencionismo.
Pero hay alguien que, aprovechando la intimidad de la mampara, tiene la osadía de romper su boleta para luego meterla en pedacitos a la urna. Y después se quedará a saborear cómo los funcionarios de casilla intentan identificar los votos destrozados. Esto, que será considerado un delito, es ya un rechazo al sistema y un desafío a un estado de derecho que no merece ningún respeto. Significa destruir una pequeña parte de la casilla electoral y el inicio de la desobediencia civil, el primer paso de la rebelión.
Esto es lo que preocupa a los políticos. A últimas, quieren que la gente vote a como dé lugar, por quien sea, pero que vote. Porque para ellos lo de menos es cambiarse de partido y acomodarse dentro de la porquería política, en eso son expertos y para eso la han diseñado. Pero si la gente no vota, ¡lo que está en juego es el chiquero!
Así que cuatro anuncios en serie son disparados cada quince minutos a la cabeza del televidente, para decirle lo mismo: vota. Al tiempo que las verdaderas izquierdas empiezan a converger contra este sistema perverso. Y como cada cien años, la ola del 2010 se empieza a erguir con impresionante exactitud, poderosa e incontenible… La tercera, decimos los mexicanos, es la vencida.
Juan Castro Soto
Junio de 2009. México

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